¿Cómo es viajar en primera clase? Reporte de vuelo

Guía completa de consejos para ayudarte a viajar barato y dentro de tu presupuesto

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¿Qué se siente viajar en primera clase? Esta es una de esas preguntas que muchos nos la hemos hecho por lo menos alguna vez. ¿Realmente vale la pena pagar tanto? ¿Hay tanta diferencia con la clase económica? ¿Por qué cuesta tanto un billete de esta clase si al final solo vas a viajar durante un par de horas?

En artículos pasados ya habíamos hablado acerca de que prácticamente cualquier persona puede viajar en primera clase sin la necesidad de hipotecar la casa. Sin embargo, aunque hay una infinidad de trucos para hacer el “upgrade” sin gastar de más, sigue siendo una experiencia que pocas personas han tenido la oportunidad de vivir.

Es por eso que el día de hoy les traemos un ilustrativo reporte de vuelo creado por el portal nevernotflying.com que describe la experiencia de viajar en primera clase. Esperamos que lo disfruten.

 

Volando en primera clase con Singapore Airlines a Tokio

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Información del vuelo

Singapore Airlines SQ638
Singapore – Tokyo Narita
Tiempo de vuelo: 6 horas 15 minutos
Avión: B777-300ER
Asiento: 2F

 

Era tarde y tuve que tomar un taxi al aeropuerto de Singapur para poder tomar mi vuelo. Al llegar me di cuenta que en esos momentos estaban los mostradores abiertos para todos los vuelos a Europa, por lo tanto se sentía una sensación caótica similar a la de estar en una estación de metro en horas pico.

Afortunadamente todavía estaban abiertos los mostradores para mi vuelo, así que me dirigí a la vacía fila de facturación de primera clase para dejar mi equipaje. Al facturar, una amable señorita de veintitantos años me dio el pase para abordar. Hora de pasar seguridad.

Por segunda vez en menos de 1 hora, tuve mucha suerte. Las filas para pasar a la zona de abordaje eran monumentales pero para fortuna mía, al llegar vi que se abrió la fila express para pasajeros de business y first class de Singapore Airlines. Así que fui directamente a ella y en menos de 2 minutos ya estaba caminando por el duty free de la terminal.

No tenía mucho tiempo como para ir a visitar el buffet de la sala lounge de la aerolínea, además ya sentía el cansancio del día tan ajetreado que tuve,  así que me dirigí directamente a la puerta de abordar para subir de una vez por todas al avión. En esos momentos ya me esperaba el líder de los tripulantes de cabina para llevarme al asiento, para mi sorpresa, él me comentó que este era uno de los primeros vuelos de la New First Class así que me ofrecieron un ‘kit de bienvenida especial’, o sea, una copa de Champagne caro y la foto del recuerdo.

Me senté sobre ese enorme asiento de cuero oscuro y noté desde el primer momento lo cómodo que era. Una joven sobrecargo se acercó y me rellenó mi copa con Dom Pérignon, además me entregó el menú. Me pregunto: “Cuando usted me indique le serviremos la cena y el desayuno, aunque voy a darme una vuelta cada dos por tres si se le ofrece algo”. En ese instante por fin entendí que estaba viajando en primera clase, y eso que el avión todavía no despegaba.


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Me sentía tan cansado en esos momentos que se me olvidó anotar el nombre de la tripulación. Una lástima porque tengo que admitir que los TPC de este vuelo probablemente eran los mejores de toda la aerolínea.

El avión despegó y como todo vuelo nocturno, las cosas fueron con tranquilidad. Hubo mucho menos turbulencia de la que me esperaba, ya que Singapour no es el país con el clima más tranquilo del mundo que digamos, aunque si se sintió un poco hasta llegar a altura crucero.

El líder de los tripulantes de cabina me comentó que el vuelo duraría aproximadamente 6 horas con 25 minutos. Sentí algo de tristeza al saber que era un vuelo corto pero eso me hizo que disfrutara cada momento que estuviera dentro de la aeronave.

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Por lo general el entretenimiento a bordo de los aviones es malo, hay que admitirlo, sin embargo en esta ocasión me tocó el nuevo equipo IFE de Boeing. El sonido era muchísimo más nítido que el equipo anterior y además ya contaba con una pantalla táctil que funcionaba bastante bien (eso me sorprendió).

Luego de 20 minutos viendo una película taiwanesa, una azafata se  acercó y me entregó el “kit para dormir”, que consistía en una pijama, pantuflas y un estuche con distintos productos de cuidado personal (es decir, rastrillo, crema, loción, etc). Ya era hora de dormir.

Fui al baño a cambiarme. Al regresar el asiento ya estaba en posición vertical y con las sábanas puestas. En eso pensé: “Wow, esto es comodidad de verdad.”

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Luego de dormir unas 4 horas, la azafata me despertó para servir el desayuno. Ella me preguntó si quería desayunar en la “cama” o con el asiento en posición normal, escogi la segunda opción.

Me sirvieron una taza de café, un vaso de zumo de naranja y un poco de fruta fresca. Aunque en teoría no parecía “tan de lujo”, realmente estuvo increíble para mí en ese momento.  Luego de terminar, al instante siguiente ya tenía mi plato de waffles sobre la mesa.

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Tristemente al acabar de desayunar empezó el descenso al aeropuerto de la capital nipona. Prendí el IFE y me percaté que en esos instantes el avión estaba entrando a la costa japonesa. Me asomé por la ventanilla y comprobé que era cierto.

El clima era algo malo y poco a poco se sentía que la turbulencia estaba aumentando. A pesar de ello, el aterrizaje fue muy suave y tranquilo, como si el clima no fuera un factor tan determinante.

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El avión llegó a plataforma y la azafata me entregó mi abrigo. Como es costumbre, los primeros en bajar de la aeronave son los pasajeros de primera clase. Ya que no había muchos pasajeros, tuve la fortuna de ser las primeras personas en salir, por lo que también fui el primero en pasar la fila de migración.

Ya con me equipaje en la mano, con esto mi viaje ha terminado.

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Conclusiones

Siempre he sido fanático de Singapore Airlines por su buen servicio en clase económica, sin embargo esta experiencia en primera clase fue insuperable. El personal de abordo siempre fue amable y profesional, cada cierto momento pasaba una azafata a preguntarme “si deseaba algo más”. También no hay que olvidar mencionar el asiento tan cómodo y la posibilidad de convertirse en cama.

Por lo general cuando viajas en clase económica, lo que menos te importa es el servicio y lo único que deseas es bajarte de una vez por todas del avión, sin embargo, cuando estas en primera clase pasa todo lo contrario. Esa sensación es comparable con la de estar en una suite de lujo en algún hotel de primera categoría, ya que tienes todo a mano sin la preocupación de lo que pasa alrededor.

¿Vale la pena viajar en primera clase? La respuesta es sí, en absoluto. Si tienes la capacidad económica de darte este “lujo” , no hay duda que cada centavo valdrá la pena.